martes, 31 de enero de 2017

Globalización, economistas y bacterias






Globalización, economistas y bacterias

Muchas veces nos acusan a los economistas de ser los culpables de la desigualdad y que las cosas no vayan como se esperan. La Economía la estudiamos los economistas, pero las decisiones sobre qué, cuándo y cómo hacerse la toman los políticos. Quiero indicar en este artículo las líneas de investigación en las que han trabajado y que actualmente siguen haciéndolo muchos de mis compañeros. Aquellos que pretenden que, como decía Sampedro, los pobres seamos un poco menos pobres. En este artículo quiero mostrar las líneas de trabajo e investigación  para una sociedad mejor y más eficiente. Quizás no más feliz, pero si más justa. Tanto económicamente, en el sentido de la teoría neoclásica, como medioambiental, social y globalmente, en su sentido político






Sostenibilidad medioambiental: La tierra es muy grande. No hay problema… ¿o sí?
La humanidad, entendida como la colonia de una especie en un entorno limitado, sigue la siguiente regla de la biología: Toda especie tiende a ocupar todo su ecosistema. En la naturaleza llega a un equilibrio con otras, pero en nuestro especial caso, no hay ninguna otra en el ecosistema que pueda equilibrar nuestro crecimiento. ¿Será por eso que la humanidad lleva siglos luchando entre sí?...

La enormidad de nuestro planeta no quita que sea limitado. ¿Cómo de grande es para nuestra medida? ¿Quizás lo es tan grande como una placa de Petri para una bacteria?... Veamos: la superficie de la tierra es de 510 millones de Km2  y si consideramos que la altura promedio de una persona, por poner una cantidad, sea de 170 cm (0,0017 Km para usar la misma unidad) , tenemos que la relación entre nuestro cuerpo y nuestro planeta es de 300.000 millones de veces nuestro propio cuerpo (510 M Km2 /0,0017).

En cuanto al hogar de las bacterias, supongamos que la superficie de una placa de Petri, de 10cm diámetro, es de 78,5 cm2 (7850 mm2) y la longitud de una bacteria “normal” de 1 µm (0,001 mm). La relación, en este sencillo ejemplo, queda para la bacteria 7,85 (7850/0,001) millones de veces su propio cuerpo.

Así pues, la tierra sería como 38.216,5 (300.000/7,85) placas de Petri. Visto de otra manera, si nosotros fuésemos bacterias, nuestra placa de Petri serían las tierras que emergen en las islas de Macaronesia y el resto de la tierra, mares  incluidos, completamente vírgenes donde poder expandirnos e ir agotando los recursos. Parece que tenemos margen. El problema es que, siguiendo con la comparación, las bacterias al cabo de un día ya están todas muertas, pues no están en un ecosistema en el que puedan limitar su crecimiento por la presencia de otras especies competidoras y así alcanzar el equilibrio. Luego, si fuese así para la humanidad, tendríamos una esperanza de vida como colonia de 38.216 días, o lo que es lo mismo 104 años… Si fuésemos bacterias ya estaríamos todos muertos. Al ser humanos, nos queda tiempo, pero no infinito salvo que aprendamos a vivir de manera sostenible con nuestro entorno. Las bacterias no lo saben hacer. ¿Seremos nosotros más listos que las bacterias?

La obtención de energía no es problema… a medio plazo
El problema de nuestro medio entorno, considerada la humanidad de manera global, no es la energía. Técnicamente hoy podemos producir toda la que necesitamos para nuestras necesidades actuales como la consecuente con un crecimiento similar al actual. Además de diversas maneras: tanto con medios muy elaborados para obtener de una energía muy dispersa como la eólica y la solar, como la puntual, como la geotérmica. La transición, técnicamente, es simple desde los combustibles fósiles a otras fuentes limpias. Y ello incluso eliminando la proveniente de la fisión nuclear que genera una enorme problemática, no resuelta, de residuos. Pero es que la estrella de la energía está por llegar, y lo hará en breve: la fusión nuclear. Una energía limpia e inagotable que se basa en las estrellas, en nuestro propio origen. Y, curiosamente. se obtendrá también el sueño de los alquimistas: convertir un elemento químico en otro.

El problema hoy de la energía no es su escasez o imposibilidad técnica de obtención, sino que el uso de combustibles fósiles, además de rápidamente agotable, son tan contaminantes como para cambiar el clima de nuestro planeta. La transición hacia un nuevo modelo energético debe ser uno de los ejes de las políticas económicas y debe hacerse de manera urgente. Tanto en el cambio de su producción por energías renovables, como en su descentralización hacia la demanda y su consecuente democratización. El uso eficiente con una correcta planificación urbanística tanto dentro de las ciudades que además las haga “más humanas” y permita los desplazamientos a pie o en bicicleta, como entre los núcleos de población con unos medios de transporte públicos; evitar el despilfarro y potenciar la eficiencia industrial y personal usando la energía que realmente necesitamos sin despilfarro son los ejes de las medidas que deben tomarse.

El agua, tampoco.
Otro de los problemas acuciantes de la humanidad es la falta de agua potable. No obstante, si tenemos energía prácticamente ilimitada, la producción de agua potable tampoco será problema. En ambos casos, energía y agua, la producción no implica su correcta distribución: que haya suficiente para todos, no quiere decir que todos tendrán la suficiente. Ya lo vemos como nuestra humanidad en alimentos, sanidad, y diversos bienes de consumo no es eficiente en la distribución.

Los recursos naturales si son limitados para el uso de la humanidad: de la eficiencia económica neoclásica a la sostenible medioambientalmente.
Pero aún teniendo la energía y agua necesaria, los recursos naturales para producir bienes y servicios si que son limitados. No digamos la flora y la fauna. Es por ello que la sociedad en su conjunto debe ser consecuente y evitar el despilfarro, potenciar el uso correcto, la reutilización y el reciclado. Los procesos productivos deben ser consecuentes con este principio. La teoría económica clásica nos indicaba que había tres factores para la producción: El Trabajo, el Capital (que se pone en funcionamiento mediante las infraestructuras) y ambas mediante una función que dependía de la tecnología, la tercera variable. Las ciencias son hijas del momento en el que se desarrollan. Y si la sociedad ni había considerado el problema de la sostenibilidad, la economía no iba a adelantarse a su tiempo. La fórmula Cobb-Douglas, por ejemplo, sirvió para los propósitos que se necesitaban en su momento, pero ahora no. La cuarta variable, la sostenibilidad, medida en términos económicos como el coste de reposición a su estado natural de las materias primas necesarias para la elaboración de un determinado bien (y su agregación para la obtención de la función de producción de una economía en su conjunto) se hace patente que debe aparecer en los tratados de economía. La eficiencia ya no sólo puede medirse como ratio entre lo producido y el capital y trabajo utilizados, sino que la eficiencia debe ser entendida económica y medioambientalmente. Las políticas económicas, por tanto, deben ir encaminadas a la investigación de la sustitución de los elementos limitados (por ejemplo del cobre a grafeno de origen vegetal); a obligar el uso de materiales reciclados para los bienes de consumo; a concienciar sobre el ahorro, reutilización y el reciclado.

Producir lo suficiente para todos no implica que todos tengan lo suficiente: Eficiencia social
Lo anteriormente expuesto se refiere a la Economía Política que provee a una sociedad los bienes y servicios que ésta demanda. Es evidente que hay otra cara de la moneda, ya en políticas económicas que sean las que de manera predistributiva y redistributiva haga que todos tengan suficiente. Mucho ha avanzado la economía en la medición de la desigualdad: Curva de Lorenz, coeficiente de Gini, Indicadores de pobreza… pero, sin embargo, se está retrocediendo en la sociedad occidental.  Además, y teniendo en cuenta que uno de los factores está relacionado con nosotros mismos, esto es el trabajo, la eficiencia del sistema debe ser que tanto éste se distribuya de manera equitativa (haya trabajo para todos), como que las mejoras tecnológicas hagan que su consecuente disminución (todos trabajemos menos) y así sea eficiente económica y socialmente. Por desgracia las mejoras tecnológicas no han desatascado el descenso del número de horas trabajadas en nuestra sociedad occidental, salvo excepciones. Las Políticas Económicas, consecuentemente, deben ser tendentes en mejorar la distribución y reducción del trabajo, así como la pre y la redistribución de la riqueza.

La eficiencia global.
De nada sirve, globalmente, que una parte de la colonia soluciones sus problemas de recursos a costa de la otra. La solución no es, evidentemente, un capitalismo colonial que trasvase los recursos de una zona a otra. De una parte de la humanidad a otra Por otra parte, la solución, si bien puede venir de acuerdos globales, como las cumbres del clima, es en lo individual en lo que puede hacer más palanca: tanto en nuestro comportamiento diario de un uso razonable de la energía y de los bienes consumo políticas económicas que luche  contra el consumismo desaforado, como desde ayuntamientos, cabildos, comunidades autónomas hasta llegar a las instituciones nacionales y europeas. El quid de la cuestión, entiendo yo, es no esperar que la solución, normativa en políticas económicas, se aporten desde arriba, sino que desde abajo aquí y ahora se pueden tomar muchas medidas para mejorar la situación.

Esta es la dirección a seguir. Esto es lo que la sociedad está dedicando recursos con científicos, ingenieros, arquitectos … y economistas, especialmente en la medición de los efectos y articulación de propuesta Toda medida que vaya en contra serán pasos a desandar. Hay una nueva economía que, como vemos, trata de estos temas. Muchos son los economistas que estudian cada tema y aportan sus conclusiones para una sociedad mejor. Pero no somos los economistas los que tomamos las decisiones sobre qué y cómo hacer. Son los políticos, en general nombrados por la ciudadanía, por la propia colonia. Nosotros, como técnicos, sólo nos queda ver y analizar quienes van mejor encaminados. En este sentido, el camino a seguir, a título personal y basado en los indicadores de eficiencia económica, social, medioambientalmente y “políticamente global” son hoy en día los países nórdicos. Evidentemente no son perfectos, pero son los que mejores indicadores tienen. Para mí son el referente de quienes debemos aprender y, de esta forma, mostrar a los demás países, que hay otra manera de conseguir sobrevivir como especie en esta nuestra pequeña placa de Petri llamada Tierra.





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