miércoles, 19 de abril de 2017

Ejes económicos de cualquier propuesta decente para Canarias




No hay una economía más democrática que aquella que permita, a las personas que quieren emprender, el que puedan hacerlo y que se garantice un ascensor empresarial para iniciar su actividad y crecer su proyecto hasta que sea estable en condiciones justas. Si la actividad empresarial en vez de concentrarse en unos pocos oligopolios, estuviese repartido entre miles de pequeños y medianos empresarios emprendedores, la economía se democratizaría y, los medios de producción pertenecerían a aquellas personas que quieren emprender y no a unos pocos fondos de inversión internacionales. Actualmente la competencia desleal de las grandes empresas que monopolizan los diversos sectores, las trabas administrativas que dificultan el proceso y el excesivo número de pequeños competidores para una economía en gran medida de subsistencia, cercenan hoy por hoy, esta necesidad. Para ello hay que acabar, mediante transparencia en las instituciones públicas, con el clientelismo que favorece a la trama de empresas vinculadas con la corrupción. Hay que apoyar decididamente, mediante la canalización de los numerosos fondos europeos, el emprendimiento en sectores clave como la modernización e internacionalización del sector primario, la industrialización, la economía circular y un nuevo modelo turístico. Todo ello con unos empleos de mayor cualificación y consiguientes salarios y un mayor valor añadido a la producción.

Las políticas fiscales españolas se basan en la premisa que el que las empresas que tengan beneficios están exentas de pagar impuestos sobre ese rendimiento, siempre y cuando reinviertan en activos productivos para su propia empresa. Los diferentes mecanismos, como las deducciones en Activos fijos y los específicos de Canarias RIC, o las DIC lo desarrollan. Ello implica, por un lado, que el estado está sostenido por impuestos que pagan los trabajadores: tanto asalariados como pequeños empresarios. Las rentas del trabajo están penalizadas con respecto a las del capital. Pero, por otro lado, el problema de las pequeñas empresas no es la bonificación para con sus beneficios, sino una mera subsistencia. Por último, las inversiones que se bonifican no crean empleo en Canarias. No potencian un sector industrial local: los vehículos, ordenadores, maquinaria, etc que se subvencionan se producen fuera y, por tanto, en nada beneficia a la sociedad en la que desarrolla su actividad. Además, conviene reseñar el gran engaño de este sistema ya que las empresas renuevan necesariamente su inmovilizado  por obsolescencia y crea la paradoja que por la adquisición de esos bienes (vehículos, equipamiento informático, maquinaria, etc.) que de todas formas iban a adquirir, le exoneran del pago de impuestos. Esta situación genera lo que diversos economistas de prestigio han denominado la polarización de las de capital frente a las del trabajo y han acusado de ser el origen de la actual crisis económica y financiera


Nuestro sector primario cuenta con lo más difícil: productos de altísima calidad ya reconocidos internacionalmente, aparte del plátano y del tomate que ya cuentan con sus canales de distribución y sus grupos de presión que garantizan su continuidad. Pero, por desgracia, el aloe, el queso, la carne de cabrito y los productos de huerta están controlados por un reducido número de distribuidores cuyo interés es seguir monopolizando la comercialización del mercado y, para poder hacerlo, necesitan mantener un reducido tamaño. La administración debe abrir mercados en el exterior. Debe crear las infraestructuras para que la iniciativa privada pueda apoyarse en ellas, crecer y desarrollar el sector primario y el secundario vinculado a éste. Por otra parte, es increíble que en una sociedad como la canaria que ha vivido vinculada a la agricultura, a día de hoy necesite la importación de la inmensa mayoría de los productos alimenticios que consume.
No se trata de buscar un sistema autárquico de soberanía alimentaria, ya que no tenemos ni la especialización ni las características naturales para la producción de la totalidad de los bienes a consumir, sino aumentar la producción del sector primario y equilibrar la balanza, y preferiblemente en términos económicos mediante productos de alto valor añadido, de importaciones – exportaciones del sector primario.

En general el Nuevo Modelo Económico debe, necesaria y urgentemente dada la situación de limitación de recursos, dirigirse hacia la soberanía energética y la economía circular del reciclado. En lo que respecta a la energía hay que romper el oligopolio de las grandes compañías eléctricas mediante políticas energéticas de ámbito canario, insular y municipal. Y ello con independencia de la nefasta trama de corrupción, puertas giratorias y estafa a los consumidores del gobierno estatal. Es una facultad del gobierno de Canarias  el potenciar el ahorro energético y la producción de energías limpias cerca de los sitios de demanda como los polígonos industriales y complejos turísticos. Es una facultad de este gobierno y de los cabildos y municipios, el potenciar el transporte público y cambiar éste al eléctrico. Es una facultad de este gobierno el incluir en los planes urbanísticos un modelo de ciudad sostenible, es una facultad de este gobierno el que se cree la infraestructura para que se usen los vehículos particulares eléctricos… A pesar de quien “gobierne en Madrid” se puede cambiar el modelo energético en Canarias. Con respecto a la economía circular se hace aún más acuciante dada la limitación física y fragilidad de nuestro territorio: no se puede mantener un sistema de vertederos que se limita a enterrar nuestros residuos. Hay que seguir la senda de los países más avanzados y fomentar el ahorro y la reutilización, así como crear infraestructuras para reciclar nuestros residuos: para compostar y devolver a la tierra sus nutrientes, para volver a hacer envases con los que se están vertiendo, para hacer papel y cartón con aquellos e incluso para hacer nuevos productos con los demás residuos. Todo ello redundaría en una economía diversificada, sostenible, de mayor valor añadido, con puestos de trabajo cualificados y con una remuneración digna.


Por último, nuestro modelo turístico está enfocado al de masas de sol y playa. Y, a pesar de batir record en ocupación y número de turistas, el desempleo y la precariedad no son erradicados. Así, nos encontramos con dos problemas gravísimos que deben ser resueltos por la administración en Canarias: por un lado se promociona y se compite en precio, con lo que los empresarios del sector repercuten la reducción del precio para mantener sus márgenes en el coste más fácil, apoyado con los gobiernos empresarios áticos y peperos: el de personal. Este modelo ha desembocado también en una oferta de “todo incluido” que ha arrasado a la restauración y pequeño comercio de zonas turísticas. Por otra parte, el alojamiento de los turistas, tradicionalmente en pequeños núcleos poblacionales ya existentes “pueblos vacacionales costeros” se ha roto. Por una parte se pretende crear unos espacios artificiales donde alojar los turistas sin que haya residentes creando unas ciudades artificiales. Por otra parte en aquellas pequeñas poblaciones el turismo de vivienda vacacional ha derivado el alquiler de vivienda, necesario para los propios trabajadores residentes, hacia uno más rentable de turismo de temporada tipo airbnb creando un acuciante problema de falta de vivienda. Ante una situación como esta, yo me pregunto: ¿Irías a París (principal destino turístico mundial) si sólo hubiese monumentos y turistas (y no hubiese ningún parisino)?... es evidente que no. La mayoría de los turistas que nos visitarán  quieren un entorno real, con una cultura que conocer en su periodo vacacional. La solución que debe hacer el Gobierno de Canarias es no permitir el aumento de planta alojativa hotelera y de apartamentos turísticos (lo que conllevará a un aumento de los precios vía ley de la oferta y la demanda) y una regulación en igualdad de condiciones en cuanto a la calidad en la prestación del servicio a ese otro segmento que es el turismo de vivienda vacacional. Y, en aquellas poblaciones que falte vivienda para los residentes promover el alquiler y la compra de vivienda social, bien sea VPO o a precio tasado. Todo ello, además, teniendo en cuenta un urbanismo menos agresivo y más sostenible energéticamente y con menos destrucción de litoral.