Los independentistas porque desde el gobierno español se les
niega el derecho democrático de decidir sobre su futuro. Pero “estos”
independentistas les plantean un referéndum sin apoyo político mayoritario real
en Cataluña, sin base legal ni garantías democráticas para su celebración y, lo
que es peor, con un completo desconocimiento de lo que serán los demás días
de su vida desde el 2 de octubre: El estado español no lo reconocerá porque no es un
referéndum fundamentado en derecho, no ya en la constitución, sino ni siquiera
en su propio estatuto. La ONU
no les reconocerá porque no cumplen con las premisas para ser reconocido como
estado soberano y, por supuesto, tampoco la Unión Europea lo hará… una chapuza.
Los catalanes no independentistas, o al menos no de esta
forma, porque se les ataca, y cada vez como más violencia, como “menos catalanes”.
Los que viven fuera de Cataluña, porque ni siquiera cuentan
con ellos, ni unos ni los otros.
Hubiese sido fácil para el gobierno central el haber cedido
para la celebración de un referendum con tiempo para que se pusiesen encima de
la mesa las consecuencias de manera clara… pero eso no les interesa ni a unos ni
a los otros. No nos engañemos. Que no nos engañen: el gobierno de Rajoy se marcará
un tanto como próceres del mantenimiento de la integridad patria y obtendrá su
rédito de votos. Y estos independentistas obtendrán su rédito por luchadores por
la otra patria… en definitivas cuentas, todos los catalanes están
siendo utilizados como moneda de cambio para conseguir futuros votos unos y
otros de cara a las próximas elecciones
Yo, personalmente, creo que cualquier territorio tiene el
derecho a decidir sobre su futuro político. Y, dentro del desarrollo de ese
derecho, lo tienen exclusivamente las personas de ese territorio, no los demás:
en Escocia votaron escoceses sobre su independencia. Para el Brexit, decidieron
británicos. En el primer caso, no se les preguntó a ingleses, galeses o
irlandeses… y en la otra, a mí no me preguntaron tampoco, y no me ofendí. Pero,
por otra parte, no creo, ni quiero, la independencia de Cataluña: tenemos muchísimas
cosas en común, muchas más de las que nos diferencian. Creo en un proyecto de España
y de Europa de las personas alejando fronteras y uniendo a las personas que
entendemos la vida y la sociedad de una manera de Justicia Social, de derechos
y libertades, de sostenibilidad y feminismo, pero eso no se alcanza en un día,
ni con una legislatura, y mucho menos se conseguirá si nunca se empieza, de
verdad, desde las instituciones y, en la independencia de Cataluña, este no es el debate... mal pie.
Eso sí, para cualquier referéndum, debería quedar claro cuales son las implicaciones y
consecuencias de esa decisión colectiva, cosa que, obviamente se han alejado
del debate político, por mucho que el más claro haya sido Josep Borrell de manera insistente. Posiblemente dejarán de ser españoles y seguramente miembros
de la Unión Europea,
con todo lo que implica. La deuda del
Estado español es de todo el estado, incluido Cataluña, por lo que deberán hacerse
cargo de su parte. ¿Es lo que quieren las personas que van a votar por la independencia?
Puestos a poner encima de la mesa, además de “qué” pasará
desde el día después, se debe analizar el “porqué”. Ante un proyecto de España
que hace agua por la corrupción y falta de proyecto sociopolítico decente, en Cataluña lleva 40 años machacando con un “España
nos roba”… y eso es falso y, lo que es peor, esconde una xenofobia muy dañina
para que sea “el nacimiento de una nación”. ¿Te roban los gallegos?, ¿los
vascos?... no. La especial inquina de los políticos catalanes es contra Andalucía:
pandilla de vagos maleducados y mantenidos con políticas sociales con el dinero
de los catalanes trabajadores… ufff. Aparte de la paradoja que sean los propios hijos de los inmigrantes andaluces los más cativos en la independencia, está el hecho que Cataluña no es la excepción de lo peor de España: el escándalo del Liceo, de Caixa
Cataluña, del dinero de los Pujol… todo ello indica que España no te ha robado,
que lo han hecho, al igual que en el resto de España, tus propios vecinos. Los
mismos políticos corruptos que ahora quieren una Catalunya lliure: mal comienzo para un proyecto de país.
Lo ético, lo sensato es decir “esta mierda no va conmigo”,
seas independentista o no, y no ir a votar. Algo parecido a lo que ha expresado
Javier Sardá.
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