La Política de Defensa Común y el Brexit
El discurso anual
sobre el Estado de la Unión Europea se introdujo en el 2010 para que el Jefe del
Ejecutivo comunitario analice la situación de la UE y
exponga, ante el Parlamento, las prioridades y la acción legislativa para los
años siguientes. En el último destaca el nuevo ímpetu dado a los ámbitos de la
seguridad y defensa al objeto de lograr una acción conjunta y proseguir la
integración entre los Estado miembros. Recordemos que aunque el poder
legislativo reside en los Estados Miembros
quienes (a través del Consejo) actúan bien solos bien con el Parlamento,
es la Comisión quien posee la iniciativa legislativa. Esto obliga a que las
tres instituciones deban de trabajar al unísono.
Por otra parte, las
propuestas de la Comisión no constituyen una novedad y reflejan las
preocupaciones de los Estados por reforzar las fronteras exteriores tras los
atentados de Paris y Bruselas así como la crisis de los refugiados. En cuanto a
la Defensa Común la salida de Gran Bretaña, quien se opuso durante años a
avanzar en este ámbito, permite progresar ahora en el mismo.
No es mi
intención hacer un examen exhaustivo de los ámbitos mencionados sino de señalar
la importancia que las medidas anunciadas sobre Política de Defensa Común
poseen para muchos países europeos y de cara a la negociación del Brexit; muy
especialmente en un país tan antimilitarista como España (o mejor sería decir
un continente).
Ya Francia hace
apenas dos semanas había defendido la creación de un “fondo europeo” de defensa
así como la creación de un Estado Mayor, “cuartel general único” en palabras
del Presidente de la Comisión, con el objeto de hacer más eficaz a la UE y posibilitar
el desarrollo de su industria en ese ámbito. No se trata de crear un Ejército
Europeo, al menos por ahora, pero sí expandir y fortalecer el rol diplomático y
político de la UE en el mundo.
No hay que
olvidar que Gran Bretaña es la primera potencia militar de la UE. De hecho, en
defensa, solo dicho país y Francia tienen capacidades militares de amplio
espectro y una tradición de despliegues en el extranjero. Su futura salida ha
causado una conmoción en los países de la antigua Europa del Este muy difícil
de comprender por los ciudadanos del resto de la UE. Y ello porque mientras que
los países de la antigua Europa occidental están más preocupados por el
terrorismo o las crisis migratorias, Gran Bretaña siempre se ha alineado con
las posturas de aquellos países que han defendido una línea dura frente a Moscú
(el muro de Berlín o la primavera de Praga constituyen un pasado demasiado
cercano aún y al que no quieren volver).
Ha sido el
revisionismo ruso en Europa del Este lo que ha llevado incluso a Alemania a
acercar posiciones con Francia y con el resto de los antiguos países de Europa
del Este especialmente tras las intervenciones rusas en Crimea y Ucrania. De
hecho y como se quejaba el líder de la oposición de Bielorusia el riesgo
latente es que durante los próximos años los europeos van a estar demasiado
concentrados en reconstruir su nueva Europa y cuidando de sus propios asuntos.
Fuera de Europa eso signifique que el Kremlin va a tener una mayor libertad de
acción.
En este ámbito de
cosas no puede sorprender que hayan sido los líderes de la extrema derecha
inglesa (UKIP, Nigel Farage) y del partido conservador (Syed Kamall) quienes
más hayan criticado la apuesta de la Comisión. Y ello porque Gran Bretaña
siempre ha preferido toda acción militar a través de la OTAN donde su peso es
mucho mayor dada su alianza con los EEUU. Lo que sí sorprende son los motivos
esgrimidos: más integración y más deudas sobre las generaciones futuras. No
sólo porque ellos son los que han privado a los jóvenes ingleses de un futuro
dentro de la UE sino además, porque los £250
mil millones que va a costar la renovación del programa nuclear inglés Trident
y que se aprobó el pasado mes de Julio
es, al parecer, un precio que vale la pena pagar.
Y todo esto ¿qué
tiene que ver con el Brexit?
Es claro que para
Gran Bretaña Trident representa un impulso de su estatus en el mundo y muy
especialmente en Europa y de cara a la negociación de su salida. No es un
secreto que lo que Gran Bretaña aspira es que Londres siga siendo el centro
financiero más importante de Europa, y conservar el acceso al mercado único de
la UE, incluso sin la libre circulación de personas. Y ello porque el control
de la inmigración ha sido una de las promesas de la salida de Europa.
El poder militar
de Gran Bretaña es una baza fuerte a jugar cuando la antigua Europa del Este
pide mayor protección militar e Inglaterra y los EEUU constituyen la única
fuerza militar creíble en Europa. Y es este hecho, más que su balanza comercial
con Alemania en el que Gran Bretaña confía para obtener el acuerdo que quiere.
Finamente
comentar que es cierto que desde EEUU y desde hace tiempo se vienen oyendo
voces que exigen a los europeos contribuir más a los gastos de defensa y cuestionando
el por qué los EEUU son los que tienen que defender a Europa. Pero no es menos
cierto que cuanto más cerca está la UE de lograr una cooperación en Defensa son
más las voces que, en EEUU (y Gran Bretaña) analizan, cuestionan e incluso
temen este paso. La postura de los EEUU es un “Si, pero….”. Sí a un incremento
de los gastos pero en el seno de la OTAN y reservas respecto a cualquier
incremento de la influencia política o diplomática en favor de la UE como si no
existiera un vínculo entre poder e influencia. Y en este sentido Gran Bretaña
no sólo constituye el aliado más capaz en Europa, sino el más fiel. Al final va
a ser que De Gaulle va a tener razón.
Maricarmen Méndez Altozano
Doctora en Derecho Internacional
Maricarmen Méndez Altozano
Doctora en Derecho Internacional